Mi percepción a
medida que vivo, es que no hay años malos; hay años de fuertes aprendizajes y
otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma
en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos
capaces de amar, perdonar, reír, aprender cosas nuevas, haber desafiado
nuestros egos y apegos. Por eso, no debiéramos tenerle miedo al
sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de
aprendizaje.
Nos cuesta
mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo
enganchamos con las cosas y situaciones, depende sólo del cultivo de la
voluntad. Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las
estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad el poder hacerlo;
"Ser feliz es una decisión", no nos olvidemos de eso.
Entonces,
con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder
construir un buen año 2015 porque estamos en el camino de aprender todos los
días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas:
A aprender a amar
A dejar
huella
A ser felices
En esas tres
cosas debiéramos trabajar todos los días, el tema es cómo y creo que hay
tres factores que ayudan en estos puntos:
Aprender a amar la
responsabilidad, como instancia de crecimiento.
El trabajo sea
remunerado o no, dignifica tanto el alma como el espíritu y nos hace bien a
nuestra salud mental. El significado del cansancio es visto como
algo negativo, de lo cual debemos deshacernos y no como el privilegio de estar
cansados porque eso significa que estamos entregando lo mejor de
nosotros. A esta tierra vinimos a cansarnos, para dormir tenemos
siglos después.
Valorar la libertad como
una forma de vencerme a mí mismo y entender que ser libre no es hacer lo que yo
quiero.
Quizás en el 2015 deberíamos ejercer nuestra libertad haciendo lo que debemos, con placer, decir
que estamos felizmente agotados y así poder amar más y mejor.
Cultivar el
desarrollo de la fuerza de voluntad.
Este maravilloso talento
de poder esperar y de postergar gratificaciones inmediatas en pos de cosas
mejores. Este es el gran elemento a educar no sólo el 2015, sino durante
todo el resto de nuestras vidas.
Es dentro de todo este
trabajo, que nos debiéramos concentrar en:
Sentarnos en la mesa en
familia, mínimo una vez a la semana, ojalá pudiera ser todos los días.
Mientras estemos comiendo, apagar los
televisores, y no contestar teléfonos. Sentir que los únicos ruidos que
se escuchen sean los de nuestras voces.
Hacernos cariño y
tratarnos bien como país, amigos, familia, saludarnos en los ascensores, a los
guardias, los conductores de los buses, sonreír por lo menos una vez al día;
pero sobre todo amarnos a nosotros mismos.
Crear dentro de
nuestras casas, u hogares, cierto desorden que acuse que ahí hay
vida. Para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y
hasta manchados. Nuestras casas, independientemente de
nuestros recursos, se están volviendo demasiado perfectas, tanto que pareciera
que nadie puede vivir adentro.
Tengamos contacto con la naturaleza, juguemos,
riamos y démonos el tiempo de compartir con los abuelos, imprimámosles las
fotos para que las vean como a ellos les gusta y disfrutemos de su
sabiduría. Acostumbremos a nuestros hijos a compartir con ellos, así
entenderán sus historias.
Tratar de crecer en lo espiritual, cualquiera sea
nuestra visión al respecto. La trascendencia y el darle sentido a lo que
hacemos tiene que ver con la inteligencia del nuevo siglo: la inteligencia
espiritual.
Dosifiquemos la
tecnología, fomentemos la conversación, los juegos "antiguos", los
encuentros familiares, con amigos, en casa. Valoremos la intimidad, el
calor y el amor dentro de nuestras familias.
Si logramos trabajar en
estos puntos, o por lo menos el intentarlo, habremos decretado ser felices, lo
cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única
diferencia con las personas felices, no tiene que ver con los problemas que tengamos,
sino con la “actitud” con la cual enfrentaremos lo que nos toque.
Este nuevo año, vendrá
con todo lo necesario para disfrutarlo al máximo; lo bueno, malo, bonito y lo
feo; acojámoslo con amor, gratitud y con el alma abierta a todo lo que
tendremos que aprender de él.
CONVERSANDO CON DIOS EN
AÑO NUEVO
Señor, antes de entrar en
el bullicio y aturdimiento del nuevo año, quiero encontrarme contigo despacio y
con calma. Son pocas las veces que lo hago. Tú sabes que ya no acierto a
orar. He olvidado aquellas oraciones que me enseñaron de niño y no he aprendido
a hablar contigo de otra manera más viva y concreta.
Señor, en realidad, ya no sé
muy bien si creo en Ti. Han pasado tantas cosas en estos años. Ha cambiado
tanto la vida y he envejecido tanto por dentro... Yo quisiera sentirte más vivo
y más cercano. Me ayudaría a creer. Pero me resulta todo tan difícil...
Y, sin embargo, Señor, yo te necesito. A veces me siento muy mal dentro de mí.
Van pasando los años y siento el desgaste de la vida. Por fuera todo parece
funcionar bien: el trabajo, la familia, los hijos. Cualquiera me envidiaría.
Pero yo no me siento bien.
Ya ha pasado un año
más. Comenzamos un año nuevo, pero yo sé que todo seguirá igual. Los
mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos trabajos. Y así, ¿hasta
cuándo? ¡Cuánto desearía poder renovar mi vida desde dentro! Encontrar en
mí una alegría nueva, una fuerza diferente para vivir cada día. Cambiar, ser
mejor conmigo mismo y con todos. Pero la experiencia me dice que no puedo
esperar grandes cambios. Estoy demasiado acostumbrado a un estilo de vida. Ni
yo mismo creo demasiado en mi transformación.
Por otra parte, Tú sabes
cómo me dejo arrastrar por la agitación de cada día. Tal vez por eso no me
encuentro casi nunca contigo. Tú estás dentro de mí y yo ando casi siempre
fuera de mí mismo. Tú estás conmigo y yo ando perdido en mil cosas. Si al
menos te sintiera como mi mejor amigo... A veces pienso que eso lo cambiaría
todo. Qué alegría si yo no te tuviera esa especie de temor que no sé de dónde
brota, pero que me distancia tanto de Ti...
Señor, graba bien en mi
corazón que Tú hacia mí sólo puedes sentir amor y ternura. Recuérdame desde
dentro, que Tú me aceptas tal y como soy, con mi mediocridad y mi pecado, y que
me quieres incluso aunque no cambie. Señor, se me va pasando la vida, y a
veces, pienso que mi gran pecado es no terminar de creer en Ti y en Tu Amor.
Por eso, esta noche yo no te pido cosas.
Sólo te pido que despiertes mi fe, lo suficiente para creer que Tú estás
siempre cerca y me acompañas. Que a lo largo de este nuevo año no me
aleje mucho de ti. Que sepa encontrarte en mis sufrimientos y mis alegrías.
Entonces tal vez cambiaré. Para mí, será un año nuevo.
FELIZ AÑO 2015 LES DESEA EL EQUIPO DE TRABAJO DE OXIMEDI.